Sabemos que, orgánicamente, el cerebro humano está limitado para hacer frente al volumen de estímulos procedentes del ambiente (los receptores sensoriales del hombre son escasos y de limitado alcance):
- Una inmensa mayoría de los estímulos no se procesan porque los receptores sensoriales individuales no están capacitados para captarlos en su totalidad.
- Otros estímulos no son procesados por que el individuo selecciona aquellos que responden a sus intereses, personalidad, experiencias o estado de ánimo.
- El proceso de convertir información en conocimiento es increíblemente lento, costoso y difícil.
- La memoria a corto plazo es limitada, lo cual incide en las capacidades de almacenamiento, aprendizaje, discriminación y procesamiento de la información.
- Para simplificar la cantidad y naturaleza de los estímulos que le llegan, el hombre tiende a igualar los que están próximos y los que se parecen, así completa mentalmente estímulos provenientes de objetos cuyos aspectos se parecen a los ya conocidos por él.
Pongamos un ejemplo: La percepción visual. En el vídeo que encontramos más abajo el Doctor Richard Wiseman (www.rarologia.com) demuestra como el ojo humano experimenta un fenómeno que se conoce como ceguera ante el cambio.
Este fenómeno demuestra que el cerebro no puede notar discrepancias entre escenas de un filme o entre fotografías mostradas de forma muy rápida, y concluye que para que percibamos ese cambio es necesario que nuestra atención esté pendiente del mismo.
Afortunadamente, los espectadores que acuden a un espectáculo de ilusionismo no suelen tener presente este despliegue de limitaciones… la magia perdería parte de su encanto.