Comenzó con la Revolución Verde (movimiento surgido a principios de la Segunda Guerra Mundial), pero poco a poco la agricultura se ha ido desarrollando cada vez más con el fin de mejorar la producción y sobre todo el aspecto del producto. Ahora emplea abonos químicos, pesticidas… y está superespecializada (monocultivos). Los problemas de este tipo de agricultura intensiva pasan por una pérdida de fertilidad del suelo, debida a la excesiva explotación del mismo, contaminación del medio ambiente (por el empleo de productos químicos) y pérdida de la calidad natural de los productos, ya que se utilizan cada vez más selecciones genéticas que mejoren la apariencia por encima de otros aspectos como el sabor o la calidad nutricional. Todo esto repercute, además, en un deterioro del beneficio que el agricultor obtiene por su trabajo. Poco a poco surgió la necesidad de volver a lo anterior, a una agricultura limpia y respetuosa. Así surge la agricultura ecológica, que se basa en la utilización óptima de los recursos de la naturaleza, sin emplear productos químicos ni organismos genéticamente modificados. De esta forma se mantiene la fertilidad de la tierra, se evita la erosión y se respeta el medio ambiente, además de la calidad de los productos. La agricultura ecológica resuelve los problemas que presenta cualquier otro tipo de agricultura de manera sostenible. El cultivo ecológico debe estar fundamentalmente basado en métodos preventivos, potenciando el desarrollo correcto de las plantas y su resistencia natural a plagas y enfermedades. Si hay que abonar o fertilizar el suelo se incorpora compost o abonos orgánicos; para evitar la aparición de plagas, se trabaja con especies autóctonas, que son las que más aguantan las plagas de los lugares en que aparecen, o incluso se pueden intercalar especies centinela. Por ejemplo, el ajo ahuyenta la mosca blanca y la cebolla repele a la mosca de la zanahoria. La producción ecológica en España tiene un control y certificación cada vez más estricto, que es llevado a cabo por Consejos de Agricultura Ecológica dependientes de las Direcciones Generales de cada Comunidad Autónoma. Los consumidores pueden distinguir los productos procedentes de la agricultura ecológica por el etiquetado. Y, aunque es cierto que la demanda aún no es muy elevada, es verdad que cada vez son más los productores que tienden hacia una agricultura que respete a las generaciones del futuro. |
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