Las sombras chinescas me apasionan. Desde hace varios años estoy montando mi espectáculo de sombras. Tienen una magia especial; pero en mis sombras habrá, además, verdadera magia. Tiempo al tiempo.
| El arte de crear figuras sobre una pantalla con el sólo uso de las manos se hizo popular a finales del siglo XIX gracias al artista francés de cabaret Félicien Trewey (1848-1920). Antes, los espectáculos de sombras eran más parecidos al Teatro de Sombras tradicional (cuyo origen se remonta a China y a 2.000 años atrás) en el que las sombras se producen mediante marionetas. Otras artes han descubierto y empleado el encanto de las sombras y han logrado producir en el público perplejidad ante sus obras: me refiero a los “escultores de sombras”. Su objetivo es que el observador se fije primero en la sombra y, de inmediato, en la construcción que la genera para que todo tome sentido y, a la vez, sinsentido ya que la escultura parece contradecir a su sombra.
La primera obra que me impactó (la encontré en un libro de ilusiones ópticas) es del japonés Shigeo Fukuda. En esta obra empleó 848 cubiertos para crear la sombra de una moto. |  |
| | Almuerzo con armadura. Shigeo Fukuda |
Pero, recientemente, he descubierto la obra de los ingleses Tim Noble y Sue Webster. Creadores de “sombríos” autorretratos.
Cuatro mágicos ejemplos:
Curiosamente, el material empleado por estos ingleses es la basura (En “Materia Oscura”, metal y animales momificados; en los otros tres ejemplos, desperdicios caseros). Emplear materia tan poco noble y caótica para sus obras proporciona, a mi parecer, por contraste, un mayor valor a la sombra generada.
Las artes plásticas recogen el guante de las sombras chinescas y, a imitación de Peter Pan, logran que las sombras no obedezcan a sus dueños. Maravilloso juego de las apariencias.
